domingo, 21 de diciembre de 2008

Vosotros no sabéis

Andrea Camilleri

(Voi non sapete)

Ediciones Salamandra, 2008

Calificación: 4/5


Pizzini es el nombre en dialecto siciliano para las notas escritas en clave en pequeños trozos de papel, en los cuales los miembros de la mafia siciliana se intercambian todo tipo de mensajes, sobre sus actividades delictivas, sobre su vida personal, sobre otras personas. A partir de estos pizzini, Andrea Camilleri reconstruye a modo de diccionario los años de gobierno de Bernardo Provenzano al frente de la Onorata Societá.


Leyendo Vosotros no sabéis de Andrea Camilleri, se puede tener la falsa impresión de que Bernardo Provenzano no es el último gran capo de esa maquinaria criminal que es la mafia siciliana, infiltrada hasta la podredumbre en cada resorte de poder, incluidas y especialmente las instituciones públicas, sino un hombre de honor y gestor de negocios que busca equilibrios de poder entre los diferentes intereses, que cree en las soluciones pacíficas y conciliadoras y sólo recurre a la violencia en casos de fuerza mayor, guardián fiel de un cultura centenaria presidida por principios trasnochados o políticamente incorrectos que no tienen acomodo en el sociedad moderna italiana, hipócrita y presuntamente democrática, principios que sólo comprenden aquéllos que han lo han recibido en herencia por vía directa de su sangre siciliana.


Bernardo Provenzano comenzó su carrera criminal en los años 50. Junto con Salvatore Totó Riina y Calogero Bagarella, llegó a convertirse en lugarteniente del capo más importante, Luciano Ligio. Conocido como asesino implacable que en opinión de Riina, tiraba como Dios, en 1963 pasa a la clandestinidad tras participar en el asesinato de Navarra, capo de una familia rival.


La policía detiene a Ligio en 1974, y Totó Riina se hace cargo de la familia de los Corleonesi, llamada así por proceder de la localidad de Corleone, en la provincia de Palermo. Riina inicia una guerra salvaje sin precedentes frente a las otras familias mafiosas y especialmente contra los clanes tradicionalmente más poderosos de la capital Palermo. Los medios y la crueldad empleados son inéditos incluso dentro de las habituales guerras entre mafiosos. Cuando finalmente Riina alcanza la supremacía entre las familias mafiosas siciliana, las cifras de muertos se multiplican, ejerce su poder como una autoritaria dictadura militar, sin permitir rivalidades ni admitir desviaciones de las órdenes impartidas. El estilo de Riina pasa por dejar muestras patentes y publicas de su poder indiscutible frente a todos, incluido el Estado italiano.


Durante los años 80, Totó Riina declara una guerra abierta a los poderes públicos que está a punto de ganar. Por primera vez en su historia, la mafia emplea tácticas terroristas propias de los grupos de índole política. Se asesina al general Dalla Chiesa, jefe emblemático de la lucha antimafia en Sicilia, a los jueces Falcone y Borsellino, que inician el macroproceso que acabará con la condena de centenares de mafiosos, y a infinidad de otros policías, fiscales, jueces o simples ciudadanos, todo aquel que opone la menor resistencia a su reinado. Durante este período de guerra abierta y pública contra el Estado, Provenzano se desmarca de la táctica de Riina e incluso saca a su familia de Sicilia para no verse arrastrado por esta situación.


Cuando Riina es detenido en enero de 1993 y tras un breve interregno, Provenzano asume la jefatura de la mafia. Su táctica consiste en la inmersión, en hacer olvidar a todos, policía y opinión pública, la existencia o importancia de la mafia, que permita la reorganización de los negocios y afloje el cerco policial. Los conflictos han de solucionarse sin derramamiento de sangre, a la usanza de la vieja mafia, mediante la mediación y el arreglo pacífico, sólo recurriendo a la violencia cuando se hayan agotado los otros medios.


Mediante los pizzini, conocemos cómo Provenzano se reviste de un halo de religiosidad, como si el desempeño del liderazgo fuera una pasada carga impuesta por designación divina para evitar caer en los excesos pasados. Su existencia va haciéndose progresivamente más difícil conforme el acecho policial se intensifica. Tiene que cambiar frecuentemente de casa, su contacto con el exterior se restringe para asegurarse de que no es vigilado por la policía.


Durante gran parte de los 43 años en que estuvo desaparecido, Provenzano llevó una vida casi normal, vestía trajes de calidad, hacía buenas comidas en restaurantes caros, conducía coches potentes. En los últimos años previos a su detención se vio obligado a pasar permanentemente recluido en distintas casas de personas afines, llevando una vida espartana, se hacía su comida, se lavaba su ropa. Pero incluso en estos momentos, se las ingenió para burlar el cerco policial, como en 2005 cuando acudió a una clínica de Marsella para operarse de la próstata bajo la falsa identidad de un jubilado siciliano y pasó posteriormente los gastos de la operación a la Región de Sicilia para que le fueran reembolsados.


Su detención no es consecuencia de una traición, sino fruto de un paciente trabajo policial que se ha servido de los procedimientos clásicos. Los pizzini son la conexión de Provenzano con el mundo exterior, le permiten seguir al frente de la organización, pero también son su perdición. Gracias a las escuchas telefónicas y al seguimiento de las personas que hacen de correo de los pizzini, se da con el paradero de una casa de campo en Montagna dei Cavalli, donde es detenido Bernardo Provenzano el día 11 de abril de 2006. Cuando es detenido, interpela a los agentes de policía, Vosotros no sabéis lo que estáis haciendo.


Por primera vez un libro de Camilleri aborda como tema central la mafia siciliana. En los libros protagonizados por el comisario Montalbano la mafia tiene escasa presencia, restringida a muy determinados personajes en unas pocas novelas. En sus otros libros, los históricos, se intensifica progresivamente esta presencia mafiosa, aunque sigue limitada a la presencia de algunos personajes. En unas y otras, estos personajes mafiosos no son sino otro ingrediente más de esas historias, y no el principal. No se menciona la palabra mafia (al menos que uno recuerde). En alguna entrevista leída, Camilleri afirma querer evitar la identificación automática entre Sicilia y mafia, y lo consigue efectivamente. Sin ignorar este fenómeno, que determina gran parte de las cosas que suceden en Sicilia, Camilleri nos enseña otra realidad de su tierra. Su contribución a la lucha contra este fenómeno no podía hacerse esperar. Los derechos de autor del libro serán cedidos íntegramente a la Fondazione Andrea Camilleri e Funzionari di Polizia para los hijos de las víctimas caídas en acto de servicio.


LO MEJOR: Libro interesantes para acercarse a la lógica mafiosa y a la figura de Bernardo Provenzano, con el personal estilo de Camilleri. El formato de diccionario en que está estructurado el libro, si no original, sí resulta sumamente efectivo para resaltar los aspectos y elementos que interesan a Camilleri.


LO PEOR: Aventurar explicaciones a determinadas situaciones de una organización tan intrincada e incomprensible como la mafia, puede resultar, aun en el caso de un sabio como Camilleri, un ejercicio de ingenuidad que seguramente haya hecho esbozar alguna sonrisa de condescendencia al raro mafioso ilustrado que haya podido leer el libro.


ENLACES DE INTERÉS:

Panorama de literatura negra

He rescatado del archivo de prensa dos artículos que me han parecido interesantes, uno publicado recientemente y otro de hace meses, en los que se repasa el panorama de detectives de la literatura negra.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Aguas turbulentas


Ian Rankin

(The falls)

RBA Bolsillo, 2007

Calificación: 4/5


Edimburgo es una ciudad perfecta como escenario para una serie de novela criminal. Tiene un tamaño medio, se puede recorrer a pie su centro histórico y muchos de sus barrios, conserva una arquitectura de mansiones georgianas e iglesias neogóticas, callejones medievales, y está cargada de relatos de fantasmas y asesinatos históricos. Y es la ciudad del inspector John Rebus, de la policía de Lothian y Borders, todo un personaje creado a mediados de los noventa por el escritor escocés Ian Rankin.


Todas las peripecias de Rebus y de los demás personajes pueden seguirse fielmente con plano en la mano: los bares que frecuenta, sobre todo el Royal Oak y el Oxford Bar, la comisaría de Saint Leonard Street, el parque de los Meadows, su casa en Arden Street, puentes, restaurantes, calles, edificios, existen incluso visitas guiadas para los más aficionados. Si los lugares son en gran parte los ojos con que los vemos, Rankin ha conseguido trasladarnos la mirada sobre su ciudad, todo lector incondicional de Rebus tiene en ese Edimburgo un microcosmos acogedor, estimulante, entrañable, misterioso. Lo dice uno que ha pasado unos días en Edimburgo y ha percibido esas sensaciones. Lugares como Princess Street o North Bridge no serían lo mismo si no supiéramos que los ha cruzado Rebus de camino a la comisaría de Saint Leonard.


En Aguas turbulentas, el inspector Rebus se enfrenta la desaparición de Philippa Balbour, hija de un importante banquero local, con conexiones en las altas esferas que apremian la resolución del caso. La agente Siobhan Clark, compañera espiritual y laboral de Rebus, investiga el juego de rol en el que estuvo participando la desaparecida, mediante las claves que le proponía a través del correo electrónico un misterioso Programador. El caso se complica cuando aparece un pequeño ataúd hecho a escala con una muñeca en su interior, en las proximidades de la mansión campestre de la familia de la desaparecida.


Como en otras novelas de Rebus, Rankin introduce en Aguas turbulentas algunos relatos históricos de Edimburgo, en esta ocasión la historia de Burke y Hare, asesinos del siglo XIX que estrangulaban a sus víctimas para vender sus cadáveres a la facultad de medicina que los utilizaba en sus investigaciones del cuerpo humano, y la de los ataúdes en miniatura que aparecieron unos años después de la captura de los famosos asesinos en la cima de Arthur´s Seat, el volcán inactivo que preside la ciudad. La conexión entre estos históricos sucesos y el relato actual del inspector Rebus está bien hilada, y contribuye a aumentar la curiosidad por conocer el final.


Al igual que gran parte de los protagonistas de las series criminales actuales, el inspector Rebus es un antihéroe moderno cuya principal virtud consiste despreciar las conveniencias políticas internas del departamento de policía y centrarse en hacer bien su trabajo, con discreción y sin necesidad de reconocimiento público, un quehacer profesional que puede llevarle con frecuencia a la obsesión, una especie de necesidad vital. Es éste un denominador común de protagonistas como Montalbano, Jaritos o Wallander. En el caso de Rebus esta rebeldía va más allá, hasta el punto de llegar ser suspendido de empleo en muchos de sus casos. Y ello le ha impedido promocionar más allá de inspector, a pesar de contar con numerosos éxitos en su carrera, cercana ya a la jubilación.


Por lo demás, Rebus lleva una vida absolutamente gris, su mujer le abandonó, su hija se fue a vivir a Inglaterra y apenas tiene contacto con ella, y no tiene más vida social que la que comparte con viejos compañeros que van jubilándose o falleciendo y con la agente Siobhan Clark, una incipiente aprendiz de Rebus. El perfil políticamente incorrecto del inspector Rebus se completa con su afición a la bebida, que roza el alcoholismo.


Un buen indicativo de los tiempos que corren se encuentra en que los héroes modernos sean simplemente buenos y honrados profesionales, capaces de enfrentarse a todo por mantener sus principios de profesionalidad y honradez, asumiendo las consecuencias que ello pueda traerles (y que ineludiblemente les trae). Y la búsqueda compulsiva del criminal, una causa casi existencial por la que implicarse personalmente. Es curioso que quienes menos creen en los mecanismos de esta sociedad moderna sean los que con más empeño se dedican a protegerla, parecería que envían un mensaje a los criminales, yo tampoco creo en este mundo pero no me dedico a matar a nadie, me refugio en mi cinismo y los pequeños placeres de la vida, que en el caso de Rebus son el whisky, los bares y los discos de bandas o solistas británicos.


Ahora que se anuncia del final de la serie Rebus con la publicación de la última novela (hasta el momento) La música del adiós, es un buen momento para rescatar algunas novelas no leídas de este personaje, y degustarlas con la fruición del que apura los últimos tragos de un scotch con solera. Para quienes seguimos y estimamos sus andazas, no se concibe un Rebus jubilado, eso sería peor que matarlo.


LO MEJOR: La trama propuesta está hábilmente construida por varios pistas, algunas de ellos históricas, que componen un mecanismo que funciona con precisión y mantiene al lector pegado a sus líneas buscando desentrañar la historia, coronado con un gran cierre, algo especialmente difícil cuando se trata de un buen comienzo.


LO PEOR: Quizás su excesiva extensión (los casos de este protagonista no suelen bajar de quinientas páginas), si bien nos permite disfrutar un poco más del mundo Rebus, pero ralentiza en exceso el desarrollo de la historia. Pero ya digo, un mal menor.


ENLACES DE INTERÉS:


The Oxford Bar



domingo, 23 de noviembre de 2008

El accionista mayoritario

Petros Márkaris
Tusquets Editores.
Colección Andanzas, 2008

Calificación: 5/5

El comisario Jaritos es el protagonista de uno de los universos policíacos mejor planteados y más interesantes del género actual de detectives. Kostas Jaritos es jefe del departamento de homicidios de Ática, la región griega donde se encuentra Atenas. Tiene una relación de mutua desconfianza con su jefe, Guikas, del que se lleva frecuentes reprimendas por actuar por su cuenta sin consultarle previamente las posibles consecuencias políticas de sus investigaciones. Trabaja con dos colaboradores, Dermitzakis y Vlasópulos, de los que apenas sabemos más que cumplen fielmente sus órdenes. Le tocó vivir el tiempo de la dictadura de los coroneles, obligándole a presenciar detenciones arbitrarias y torturas, a las que intentó ser ajeno. En una de estas situaciones conoció a Zisis, militante comunista que le ayuda y aconseja en su trabajo.


Vive con su mujer, Adrianí, ama de casa exclusivamente dedicada a cocinar y a ver la televisión, con la que mantiene constantes disputas domésticas. Su hija Katerina es una estudiante universitaria que vive en Salónica, a la que continuamente echa de menos y en la que el matrimonio ha puesto todas sus ilusiones vitales. Conduce un Mirafiori que amenaza con dejarle tirado en cualquier momento y que es objeto de sorna generalizada. Como única afición tiene la del consultar el diccionario Dimitrakos (que da título a este blog), que le permite elucubrar sobre las distintas acepciones de las palabras que consulta.


Jaritos es un griego medio de su generación, descolocado por la rápida evolución de la sociedad y de la propia policía. Sin esperanza de comprender el mundo que le rodea, se contenta con cumplir bien con su trabajo, al que es completamente adicto. Esta meta es cuestión de dogma para él, no renuncia a ella a pesar de las dificultades que se le presentan para encontrar al culpable, incluso si ello supone enfrentarse a sus superiores, asumiendo las posibles repercusiones profesionales que puedan suponer para él.


La primera impresión al aproximarse al mundo de Jaritos es que resulta demasiado duro y real para resultar atractivo, pero cuando uno se adentra un poco más en él, se engancha definitivamente.


En esta ocasión, Jaritos tiene que hacer frente a una crisis familiar cuando el crucero en el que viaja su hija es secuestrado por unos terroristas. Para intentar alejarle de la resolución de esta situación, se le encarga el asesinato de un modelo publicitario, aparentemente otro caso sin más repercusiones. La situación se complica cuando se van sucediendo las víctimas relacionadas con el mundo publicitario y hace su aparición en escena el asesino del accionista mayoritario, que pretende erradicar la publicidad de los medios de comunicación, lo que supondría pérdidas millonarias, cierre de empresas, despidos masivos, en resumen, una crisis nacional. Los empresarios presionan a los políticos y éstos al comisario Jaritos, que no tiene hilos de los que ir tirando en la investigación, más allá de una Luger, pistola alemana de la Segunda Guerra Mundial con la que se cometen los asesinatos. Este dato nos remite a los batallones de seguridad, colaboracionistas de los nazis, y a la guerra civil griega, que tuvo lugar recién acabada la contienda mundial y que enfrentó al gobierno monárquico instaurado por los británicos, con los guerrilleros comunistas del ELAS.

Cada historia de Jaritos tiene tirón argumental, recae sobre temas actuales (la publicidad, la inmigración, los intereses políticos, y contiene multitud de referencias familiares, culturales, sociales, históricas, que van surgiendo de forma espontánea a lo largo del desarrollo de las investigaciones. Además, Márkaris utiliza un personal estilo en presente y primera persona, que le permite ahondar en la personalidad del protagonista en su interacción los demás personajes. Gracias a ellos conocemos los distintos comportamientos del comisario con su familia, sus jefes, sus subordinados, con los sospechosos de los casos, etc.


Se ha hablado de una novela policíaca europea, y dentro de ésta, se distingue entre una novela policíaca mediterránea, representada por nombres como Márkaris, Camilleri, incluso Gür, sin olvidar a los autores españoles, y una novela policíaca del Norte de Europa, en la que figuran autores como Mankell, Rankin, Ani, Schlink, etc. A mi juicio la diferencia entre estos autores consiste principalmente en las diferencias existentes en las propias sociedades que retratan. Sin pretender establecer jerarquías imposibles entre ambas, como ya se habrá podido adivinar por el título de este blog, el que suscribe siente predilección por los primeros autores.


LO MEJOR: Como en las mejores recetas, todos los ingredientes están sabiamente añadidos y mezclados, en su justa medida, para que resulten a la vez verosímiles e interesantes. El accionista mayoritario es la esencia de la mejor y más actual novela policíaca. El estilo en presente y una buena ponderada primera persona le dan un punto de vista original a la historia, sin caer en un exceso de protagonismo del personaje principal.


LO PEOR: Recientemente se ha vuelto a publicar Defensa cerrada en una edición más cuidada de Anagrama, pero se dejen engañar los profanos en Jaritos, no es nueva, la última publicada en castellano es El accionista mayoritario.
Habrá que esperar un tiempo para leer una nueva novela del comisario Jaritos...


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domingo, 16 de noviembre de 2008

Ian Rankin jubila al detective Rebus

Lo que nos temíamos, se confirma: el inspector Rebus se jubila. Ocurre en el último libro de la serie protagonizada por el detective de Edimburgo, titulado La música del adiós, y supone (de momento) el fin de las adictivas pesquisas de este personaje. En el suplemento BABELIA de EL PAIS del día 15 de noviembre se publica un artículo sobre este nuevo caso del inspector Rebus.

Ian Rankin jubila al detective Rebus.- BABELIA (15/11/2008).

domingo, 26 de octubre de 2008

La interpretación del asesinato

Jed Rubenfeld
(The interpretation of murder)
Panorama de narrativa

Editorial Anagrama, 2007
Calificación: 2/5

La interpretación del asesinato (parafraseando una de las principales obras de Freud, La interpretación de los sueños) nos propone una historia de intriga enmarcada en la temática de psicoanálisis y en el Nueva York de principios del siglo XX, con motivo del viaje que efectivamente realizaron a Estados Unidos Sigmund Freud y dos de sus colaboradores, Ferenczy y Jung, invitados por la Universidad de Clark para dar una serie de conferencias.

El mismo día que llegan estos ilustres visitantes a la ciudad se encuentra en los lujosos apartamentos Balmoral el cadáver de una joven que ha sido estrangulada con una corbata de seda y con señales de haber sido azotada. Al día siguiente una rica heredera, Nora Acton, es atacada en su residencia y logra sobrevivir cuando estaba siendo estrangulada con el mismo método. Pero la joven ha perdido la voz y la memoria, por lo que se encarga al doctor Stratham Younger, discípulo de Freud, que psicoanalice a la víctima para averiguar qué sucedió.

Los ingredientes de esta novela (olvídense los que buscan una novela negra propiamente dicha) resultantes a priori sumamente atractivos. Integrar en una historia de misterio la temática de psicoanálisis y la presencia de personajes y hechos históricos constituyen un interesante aliciente. El género de detectives, y más concretamente la novela negra, está vinculado estrechamente a la psicología conductista, que explica el comportamiento humano como resultado de la interacción del individuo con el medio social, físico y biológico.

En cambio, el psicoanálisis no es un elemento recurrente en este tipo de relatos, a pesar de que brinda recursos potencialmente muy aprovechables para una historia de estas características: al igual que el detective intenta averiguar las razones últimas de un crimen, quién, cómo, cuándo, dónde, y sobre todo, el por qué del crimen, el psicoanalista pretende introducirse en la mente humana para desentrañar los motivos originales de nuestra personalidad (dicho todo esto desde mi ignorancia de profano en la materia). Este paralelismo entre investigación criminal y psicoanalítica puede resultar una guión insólito para un género en el que es muy difícil resultar original.

En este camino La interpretación del asesinato amaga pero no ahonda, el juego psicoanalítico que propone inicialmente, se abandona pronto y se limita a formar parte del marco temático e histórico. Aunque la temática suponga un hallazgo original, se queda en un simple decorado. En cuanto a la historia en sí misma, en mi opinión se recurre a demasiados giros en la trama y en los personajes; lo que gana en suspense y sorpresa, lo pierde en credibilidad y verosimilitud.; lo que empieza siendo una propuesta estimulante y original acaba en un relato... digamos, entretenido en el mejor de los casos.

LO MEJOR: El marco histórico-geográfico-temático y la intervención de personajes históricos suponen los mayores aciertos de la historia.

LO PEOR: El progresivo enrevesamiento de la trama supone un recurso fácil y artificial para elevar el suspense, y hace que al finalizar su lectura ésta sea otra historia más.

sábado, 25 de octubre de 2008

Artículo sobre El asesino piadoso

El jueves 23 de octubre se publicó en El Cultural de EL MUNDO una reseña sobre el último libro de J.M. Guelbenzu, El asesino piadoso.

CRÍTICA: El asesino piadoso.- EL CULTURAL (23/10/2008)

sábado, 4 de octubre de 2008

Out

Natsuo Kirino
Editorial Emecé, 2008
Calificación: 3/5

En Japón los trenes llegan con una puntualidad rigurosa, las calles están pulcras sin necesidad de papeleras ni barrenderos, se cruza por los pasos de cebra. Cada japonés sabe el papel que tiene que desempeñar para que la sociedad funcione como un reloj de precisión. Y espera que también su vecino desempeñe el papel que le corresponde.

Quien haya estado en Tokyo habrá comprobado que es una ciudad mucho más ordenada que otras grandes, a pesar de cuadruplicar con creces su población con respecto a Madrid y ocupar una extensión menor. Japón muestra una realidad impermeable de organización, eficiencia y progreso, ideas que se asocian automáticamente a este país.

A vueltas con Japón y lo japonés, Out nos enseña la otra cara de este país, no la cara del vicio, como en Sopa de miso, que también forma parte de lo aceptado socialmente aunque no reconocido, sino la cara de aquellos no desempeñan el papel que les toca y son rechazados por la sociedad japonesa.

El eje central de esta novela lo componen cuatro mujeres, cuatro arquetipos rechazados, cada una por motivos diferentes, que confluyen en una vía muerta y sin esperanza, un trabajo nocturno de envasadoras en una cadena de producción de una fábrica. El único elemento en común que las une, también las define; el trabajo nocturno es su refugio ante el rechazo social y familiar.

Una de estas mujeres, harta de los abusos y maltratos de su marido, lo mata en un arranque de rebeldía. Sus compañeras de trabajo la ayudan a deshacerse del cuerpo. La policía culpa al dueño de un club nocturno con el que el fallecido discutió la noche antes de su muerte. A partir de aquí la trama se va enredando y desenredando en sucesivos ovillos, y ganando progresivamente intensidad hasta el clímax final. Estos ovillos están bien hilados, uno nos lleva al otro de forma espontánea.

En Out el protagonista no persigue al criminal, las protagonistas huyen de todo, de su familia, de la empresa, de la policía, del loco asesino. Como en El talento de Mr. Ripley, nos hacemos cómplices del criminal y deseamos que no sea descubierto, que supere todas las pruebas y consiga alcanzar la vida que desea. Y en esa clave, la historia acierta plenamente.

Buena descripción de la situación, el entorno, las circunstancias, la historia de estas mujeres y de los personajes que se mueven alrededor de ellas. Sin embargo, estos personajes, y en especial las cuatro protagonistas, se acercan a arquetipos rígidos, desempeñan el papel que les ha tocado hasta el final. La novela negra se caracteriza por tener unos personajes muchas veces ambiguos, dudan, se arrepienten, son imprevisibles. Poco de ello sucede en esta historia japonesa.

De nuevo escabechinas sangrientas, estallidos súbitos de violencia y locos asesinos. Ignoro si es una seña de identidad de la novela negra japonesa, lo cierto es que tanto Sopa de Miso como Out tienen estos elementos en común. Los descuartizamientos de cadáveres son descritos con cierta naturalidad; supongo que una muerte por envenenamiento en una novela negra japonesa sería considerado como algo extremadamente insulso, un caso indigno de ser investigado.

En suma, una buena novela, entretenida e interesante, pero de momento voy a descansar de vísceras, gore y sádicos asesinos, salvo que alguien conozca una novela japonesa de este género que plantee otros recursos.

LO MEJOR Y LO PEOR: Sin ánimo de sentar dogma, una novela negra puede valorarse principalmente por el marco donde sitúa la acción, los personajes, la trama o tramas, y el desenlace. Podría añadírsele un elemento más, uno general que los une: el consciente o inconsciente que lo mueve todo, el motivo subyacente (no me gusta hablar de mensaje o moraleja).

Si tal fuera el caso, Out obtiene un notable en el marco, un aprobado en los personajes (bien planteados pero un tanto arquetípicos) un notable en las tramas y un suspenso en el desenlace (¿cuántas historias se malogran por un pobre final?). Sencillamente no me creo el final, el sadomasoquismo seguirá siendo un misterio para mí.

OTROS LIBROS DE LA AUTORA: Que yo sepa, no se han publicado más libros de esta autora en castellano. En inglés se han editado Grotesque (2007), What Remains (2008) y Real World (2008).

domingo, 21 de septiembre de 2008

Michel Chabon y El sindicato de policía yiddish

En el mes de agosto se publicó en el suplemento ABCD las letras y las artes, de ABC, una crítica sobre el último libro de Michel Chabon, El sindicato de policía yiddish. Con independencia del artículo (pedante como todo en su autor), es una buena idea para una próxima lectura.

CRÍTICA: Un detective (judío) en Alaska.- ABCD Las artes y las letras (09/08/2008).

viernes, 12 de septiembre de 2008

The Wire

Primera temporada
HBO, 2002
Calificación: 5/5

Acabo de terminar de ver la primera temporada de la serie de televisión The Wire y todavía estoy alucinando. Normalmente me gusta degustar las buenas series de televisión poco a poco, pero en esta ocasión ha sido imposible, he devorado los trece capítulos casi del tirón.

Quien quiera saber por qué el tráfico de drogas no puede llegar a erradicarse totalmente alguna vez en las grandes ciudades de los países ricos, tendrá todas las respuestas en la primera temporada de The Wire. El diagnóstico sería extrapolable punto por punto a muchas ciudades europeas y españolas.

La acción se desarrolla en la ciudad de Baltimore (Maryland, EEUU) en el mundo del pequeño trapicheo de droga de los barrios de casas bajas de protección oficial. La historia se introduce dentro del funcionamiento de la policía y de una banda de traficantes de droga. Vemos que ambas organizaciones se parecen mucho en su funcionamiento, jerarquías, normas no escritas; sus respectivos integrantes tienen aspiraciones de promocionar, incluso los traficantes tienen a menudo mayor sentido de la profesionalidad que los policías.

Aquellos personajes que pretenden compatibilizar su realidad y su dignidad sin verse arrastrados a la miseria moral, acaban siendo atropellados por la lógica de sus respectivas organizaciones. Los personajes están tan bien logrados que muchos reservan un rincón inesperado: el jefe déspota se apiada del subordinado díscolo en un momento crítico, el protagonista abnegado es también un adicto al trabajo y un padre descuidado, el juez que alienta las investigaciones se echa atrás cuando se acerca el momento de sus aspiraciones políticas, el policía brutal que sólo sabe dar palizas acaba integrado en el buen trabajo de investigación, y así muchos otros.

Las investigaciones más importantes se ven frustradas o lastradas por intereses de políticos, asustados por lo que pueda resultar de escuchas telefónicas que no controlan y que podrían implicarles en casos de corrupción; intereses de mandos policiales, centrados únicamente en cumplir su cupo anual de casos resueltos y en trasladar a la opinión pública un mensaje de falsa competencia; de los propios hábitos policiales, brutalidad, negligencia, precipitación, obsesión. A pesar de todo ello, las investigaciones se van abriendo paso hasta un final memorable.

Para un extraterrestre que aterrizara en la Tierra y no tuviera noticias previas del mundo que nos muestra The Wire, le sería difícil distinguir cuál de las dos organizaciones defiende la ley y el orden; cada una de ellas antepone sus propios intereses particulares y su razón de ser. Parece ser que las autoridades de Baltimore se han mostrado extremadamente hostiles al rodaje de la serie hasta el punto de obligar a filmar algunas partes fuera de la ciudad, y pretender la paralización de la serie bajo el argumento de que daba mala imagen a la ciudad; ¿será que se sentían demasiado cerca de la historia de The Wire...?

Si el desarrollo de la trama es fantástico, el desenlace es sencillamente magistral. En la mejor tradición de serie negra, el final nos convence de que aunque se gane una pequeña batalla, la guerra está perdida. Quien no haya visto esta primera temporada y vaya a hacerlo, que salte el párrafo siguiente, sería imperdonable privar a alguien del placer de descubrir por sí mismo cada detalle de esta historia.

En una secuencia final el detective McNulty, desconsolado fuera de la sala de juicio por el sacrificio personal que le ha costado a él y a sus compañeros llevar a juicio a esa banda de traficantes, se desinteresa del juicio del que ya sabe lo que va a resultar: cargos importantes pero con penas pactadas insuficientes, sobre todo para los jefes de la banda. En ese momento pasa por allí el juez que ha promovido y apoyado las escuchas, comprometiendo a McNulty ante sus jefes y compañeros hasta el punto de poner en peligro su trabajo, y le felicita de manera falsa y apresurada, sus nuevas aspiraciones políticas no le permiten mezclarse con él. Después sale del juicio uno de los jefes de la banda de narcotraficantes no ha podido ser acusado de ningún cargo y le dice un sincero ¡buen trabajo!; nadie mejor que él sabe el gran trabajo que han hecho ese sufrido grupo de policías. El propio McNulty llega a la conclusión cuando hieren a su compañera: no merece la pena.

LO MEJOR: Destacar algo de The Wire conllevaría dejar fuera otro tanto magnífico: un engranaje perfecto de trama elaborada, personajes conseguidos y guión oportuno.

LO PEOR: Tendré que ver esta temporada de The Wire una segunda o tercera vez para detectar algún defecto (pero también para disfrutar de nuevo cada pequeño detalle de esta magnífica serie).


martes, 9 de septiembre de 2008

Sopa de miso

Ryu Murakami
(In the miso soup)
Seix Barral, 2005
Calificación: 3/5

Estaba preparando un viaje a Japón este verano, así que empecé a empaparme de cultura japonesa, libros, películas, comida, sumo (bueno, sumo todavía no practico, pero nunca se sabe). Después de mucho buscar un libro de novela negra o detectives situada en Japón y escrita por un japonés (nada de autores anglosajones fascinados con Oriente), me decidí por Ryu Murakami (no confundir con Haruki Murakami, de Tokyo Blues y Kafka en la orilla) y su negrísima Sopa de miso.

La novela nos lleva al distrito de Kabuki-cho, un barrio de Tokio donde se concentran locales de sexo, entre los que hay muchos tipos diferentes, según los gustos e intensidades. Kenji es un joven de veinte años que trabaja de guía para extranjeros por estos locales de sexo. En los días previos a Nochevieja, Kenji es contratado por Frank, un americano de paso en viaje de negocios en Tokio, para le guíe durante tres noches. En la primera de esas noches, Kenji comienza a recelar del comportamiento de Frank, que incurre en repetidas contradicciones, lo que le llevará a sospechar si se trata del salvaje asesino que está descuartizando personas en la ciudad.

Como en muchas obras japonesas, ya sean libros o películas, el relato transcurre en un tono fluido y equilibrado hasta que se produce una explosión súbita de violencia, sin previa preparación. Por supuesto que no quiero destripar el final, aunque lo importante de la historia no es saber quién, ni el por qué, sino los distintos personajes que transitan por la historia, y los sórdidos ambientes que describe el libro.

Se podría hacer una lectura en clave sociológica-histórica del relato, según el cual, Kenji-Japón se habría lanzado tras una modernidad desenfrenada, olvidando sus orígenes y el lugar que históricamente le correspondería y viéndose obligado a seguir a su pesar el perverso camino de Frank-USA impone. Se podría hacer esta lectura, pero al que suscribe no se atrevería a llegar tan lejos.

Los personajes, ya sean principales o secundarios, nos transmiten una fuerte sensación de hastío y aburrimiento, que contrasta con dedicarse precisamente al sexo, y una desorientación sobre qué otra opción posible existe en sus vidas. Todo en la mejor tradición de novela negra, la música gusta pero la letra se queda en poca cosa. Cuando terminas una buena novela negra o de detectives, la conclusión suele ser, qué negro es el mundo y qué mezquinos somos los seres humanos; en este caso, la conclusión sería: no vayas a los barrios rojos que hay mucho loco suelto y pueden cortarte el cuello, o si te dedicas al sexo, disfrútalo.

Parece ser que Win Wenders estaba en tratos para hacer una película de este relato, lo cierto es que todo en él va muy bien con el estilo de este director. Ya veremos.

LO MEJOR: ¿Todo en el Japón actual es modelo de eficacia y bienestar? El relato muestra el lado sórdido de un Tokio ultramoderno donde ese modelo no alcanza. La curiosidad por el ambiente y los personajes propuestos justifican su lectura, aunque no sea un libro que quedará para el recuerdo. Los apuntes del autor con ocasión de personajes, lugares, comportamientos y situaciones contribuyen a transmitir esas sensaciones de hastío y desorientación.

LO PEOR: La trama del relato es muy simple, se agota rápidamente, el único interés que queda es ver de qué monstruosidades es nuevamente capaz el asesino. Probablemente el autor no haya querido desarrollar más la trama precisamente para acentuar esos personajes, los lugares y sus consiguientes conclusiones, pero dejar en ello todo el peso del relato es una apuesta demasiado arriesgada, teniendo en cuenta que los personajes están bien descritos y explicados, pero no evolucionan.

OTROS LIBROS DEL AUTOR:
Azul casi transparente
, Editorial Anagrama.

Artículos sobre Benjamin Black

El pasado mes de mayo el suplemento Babelia de EL PAIS publicaba una crítica sobre El otro nombre de Laura, el último libro de John Banville, autor irlandés que escribe bajo el seudómino de Benjamin Black cuando se trata de novela negra.

Además se han publicado, también en EL PAIS, dos entrevistas con este autor, una en mayo y otra recientemente en septiembre.

CRÍTICA: Benjamin Black es John Banville.- Babelia EL PAIS 03/05/2008
ENTREVISTA: Dublín negro.- Babelia El PAIS 03/05/2008
ENTREVISTA: A Banville le exaspera la rapidez de Black.- Babelia EL PAIS 03/09/2008

domingo, 25 de mayo de 2008

Entrevista con Massimo Carlotto

El pasado mes de abril El Pais Semanal incluyó un reportaje sobre Massimo Carlotto, quien ha publicado recientemente la novela Hasta nunca, mi amor (Editorial Planeta), protagonizada por un policía corrupto. Carlotto militó en un grupo violento de extrema izquierda en la década de los 70; fue condenado por un asesinato que no cometió, tuvo que exiliarse de Italia, y tras un calvario judicial de dieciocho años, logró rehabilitar su inocencia.

REPORTAJE: El hombre que novela la corrupción.- Babelia EL PAIS 18/04/2008




sábado, 17 de mayo de 2008

Muerte de un nacional

Rebecca Pawell
(Death of a Nacionalist)

Ediciones B, 2005
Calificación: 2,5/5

Confieso que lo que me animó a leer este libro fue lo insólito de una escritora neoyorquina situando una novela policíaca en el Madrid en ruinas, hambriento e inhóspito de la posguerra, y además con un guardia civil como protagonista. Este tipo de curiosidades suele pagarse habitualmente con historias llenas de tópicos absurdos y sin la menor verosimilitud para el lector familiarizado con el entorno donde se desarrolla la acción.

Recientemente se ha presentado en España otra novela policíaca ambientada en la posguerra española, Invierno en Madrid, del autor inglés C.J. Sansom, también publicada por Ediciones B. Antonio Muñoz Molina ya situó en este momento histórico su gran novela Beltenebros, que puede considerarse también una historia negra.

Muerte de un nacional es la primera y de momento única traducida de la serie de cuatro novelas protagonizadas por el sargento de la Guardia Civil, Carlos Tejada: Law of return, The watcher in the pine, y The summer show. Por una vez, el título traducido es mejor que el original en esta primera novela.

En esta ocasión el sargento Tejada investiga la muerte a tiros en plena calle de un compañero guardia civil con el que compartió asedio en el Alcázar de Toledo. Un cuaderno escolar encontrado junto al cadáver será la pista que sirva de inicio a las pesquisas del sargento. Al mismo tiempo, Gonzalo Llorente, antiguo carabinero republicano, se esconde de sus perseguidores mientras busca al autor de la muerte de su compañera. Ambas investigaciones se cruzarán en el mundo del estraperlo y sus conexiones inconfesables con algunos vencedores.

La novela se mueve dentro de los cauces seguros del esquema más clásico de la novela policíaca. Una de sus virtudes es el desarrollo de dos historias en paralelo, uno por cada bando, de forma que no se pueda hablar de un solo protagonista (al menos en esta primera novela), sino de dos. Gracias a ello, la autora nos muestra las diferencias en la vida cotidiana de los integrantes cada bando durante la posguerra.

El marco geográfico e histórico elegido constituye también una de las mejores originalidades para una novela políciaca. No obstante, la localización de los lugares de Madrid donde transcurren los diferentes episodios es un tanto difusa y abstracta, quizá para no lastrar el relato con descripciones pormenorizadas que puedan cansar al lector que no conozca la ciudad.

Esta imprecisión contrasta con dos lugares muy concretos donde se sitúan dos de los momentos principales del relato, y que a mi modo de ver resultan todo un acierto, la calle Amor de Dios, donde se comete el asesinato que abre la historia, y la calle Tres Peces, donde vive la familia Llorente. Quien haya paseado por estas calles sabrá que tienen que esconder forzosamente alguna historia.

Pensando en esas historias, me vino a la memoria la descripción de la vida en Madrid en los años previos a la Guerra Civil en Forja de un rebelde, de Arturo Barea. Es una lástima que la novela no ahonde en este aspecto, un mayor detalle de los lugares de Madrid que pueden ser rastreados hoy en día habría sido otro aliciente de la novela.

Muerte de un nacional no es una novela policíaca genial ni memorable, pero se lee con agrado y sobre todo, pasa sobradamente el corte: resultan creíbles los lugares, los personajes, los comportamientos, el marco histórico.


LO MEJOR: El marco geográfico e histórico, el Madrid de la posguerra, resulta un aliciente original, interesante y creíble. Aunque pueden intuirse las simpatías de la autora, no existe en la novela el maniqueísmo de buenos y malos en el que fácilmente suele incurrirse cuando se aborda el tema de la Guerra Civil y sus consecuencias. El relato nos muestra dos historias paralelas de un vencedor y un vencido que acaban cruzándose, una de sus mejores virtudes.

LO PEOR: Un desenlace apresurado y no bien resuelto; ni siquiera puede decirse que sea correcto, por fácil o manido, sencillamente es casi inexistente, se liquida en pocos párrafos. Una lástima que el relato sea verosímil en su planteamiento y desarrollo, y tenga un cierre tan descorazonador. El final en Nueva York contribuye a mejorar el regusto final.


ENLACES DE INTERÉS:

domingo, 20 de abril de 2008

El crimen de la calle Fuencarral. El crimen del cura Galeote.

Benito Pérez Galdós
Ediciones Lengua de Trapo, 2002.
Colección Rescatados Lengua de Trapo
Calificación: 4/5

En 1928 fue publicada de forma póstuma una colección de Obras Inéditas de Galdós, entre las que se recogían las crónicas del crimen de la calle Fuencarral y del crimen del cura Galeote, que el autor escribió a modo de cartas al director para el periódico La Nación, de Buenos Aires, y por las que era generosamente remunerado.

En la madrugada del día 2 de julio se ve salir humo de las ventanas del segundo piso del número 109 de la calle Fuencarral, donde se descubre el cadáver de una viuda rica, apuñalada y parcialmente quemada después de haber sido rociada de petróleo. En la misma vivienda aparecen narcotizados el perro de la víctima y la criada Higinia Balaguer, que se finge ignorante de lo sucedido en la casa.

Las pesquisas del crimen se encaminan inicialmente hacia el hijo de la víctima, José Varela, conocido como el Varelita o el pollo Varela, un joven de veintitrés años de mal vivir y peores compañías, que había tenido frecuentes disputas con su madre, llegando en alguna ocasión a la agresión física y a las amenazas de muerte, a cuenta de las frecuentes peticiones de dinero del hijo y las firmes negativas de la madre.

Pero Varela tiene una coartada perfecta. Está preso en la cárcel Modelo de Madrid, por el “robo de una capa”. Sin embargo, multitud de testigos dicen haberlo visto días antes en distintos puntos de Madrid, incluso uno de ellos persiste en declarar que lo vio en los toros con anterioridad a la fecha del crimen. Además, existe la sospecha generaliza de que los presos de la cárcel Modelo salen frecuentemente a la calle, en connivencia con su director, señor Millán Astray (padre del que sería posteriormente el fundador de la Legión).

Las miradas se vuelven hacia la Higinia, quien cambia constantemente su versión de los hechos. Primeramente alega desconocer lo sucedido, para declararse después única culpable de los hechos, o incriminar más adelante como cómplices a Dolores Ávila, al hijo de la víctima, al señor Millán Astray, y a otros sujetos del lumpen madrileño. Una parte de la prensa y de la opinión pública dudan que una mujer pudiera cometer por sí sola el crimen, y están convencidos de que hay pantalones. Las dudas se agravan cuando se descubre que la Higinia vivió maritalmente con un lisiado que ostentaba un puesto de bebidas frente a la cárcel Modelo que dirigía Millán Astray, y que posteriormente sirvió, aunque por breve tiempo, en casa de éste.

Galdós asistió a las sesiones de la vista pública, de donde tomó dibujos de los participantes del proceso, entre ellos de la Higinia. El crimen de la calle Fuencarral se convirtió en un suceso gran impacto nacional e internacional, y tuvo una importante repercusión política.

Fue el primer proceso en que se ejerció la acción popular en España y la última ejecución pública de pena de muerte que se realizó en Madrid, en la explanada que existía frente a la cárcel Modelo, en el emplazamiento donde se ubica actualmente el edificio del Ejército del Aire (a ella asistieron la condesa de Pardo Bazán y un joven Pío Baroja).

La sombra de duda sobre la honradez del director de la cárcel, señor Millán Astray provocó la caída del presidente del Tribunal Supremo, señor Montero de los Ríos, de quien era protegido. Fueron recusados los magistrados encargados de enjuiciar el caso, y el asunto llegó hasta el Senado donde se debatió una ley sobre responsabilidad judicial.

El asunto fue utilizado como arma política por sectores conservadores contra el Gobierno del Partido Liberal, bajo el pretexto que sus altas instancias protegían al verdadero culpable Varela para no hacer caer a su protegido Millán Astray por el escándalo de las salidas indebidas de presos de prisión. De hecho, la acusación popular iba a ser encargada a don Francisco Silvela, uno de los más brillantes letrados de la época, pero esta opción fue desestimada al tratarse de una personalidad demasiado cercana al líder del Partido Conservador, Cánovas del Castillo.

Fue también el primer proceso en España en el que se produjo un juicio paralelo por parte de la prensa y de la opinión pública. Sorprende comprobar la actualidad de los acertados comentarios de Galdós sobre la posición irresponsable de algunos periódicos sobre la autoría del crimen y el curso de las investigaciones. Estos mismos comentarios serían perfectamente trasladables a sucesos de hoy en día como el 11-M; alivia constatar que la insensatez no es un producto exclusivo de los tiempos presentes.

Pero me parece deplorable la campaña de algunos periódicos que han hecho una reconstrucción arbitraria del crimen y a ella se atienen, no admitiendo nada desfavorable a su tesis, y acogiendo con demasiado calor cuantos rumores y denuncias anónimas pueden dar aparente forma al criterio que se han impuesto.”

La prensa está dividida; parte de ella se adhiere a las diligencias practicadas por la justicia y reseña los trámites de la indagatoria sin comentarios; otra parte se revuelve airada contra la justicia histórica, censura todos sus actos, recusa todos los testimonios y no admite más prueba que la que el conviene. De la discusión entre los órganos de estas dos tendencias han salido las denominaciones de sensatos e insensatos, con que los periódicos de uno otro bando se designan.

El libro se completa con las crónicas del crimen del cura Galeote (qué nombre más apropiado para un criminal), cronológicamente anterior al de calle Fuencarral. El primer obispo de la recién creada diócesis de Madrid Alcalá, don Narciso Martínez Izquierdo, fue asesinado de varios tiros por el cura Galeote a la entrada de la antigua catedral de San Isidro el Domingo de Resurrección de 1886.

Desde el principio la autoría del crimen está clara, el cura Galeote era uno de los muchos curas sueltos que vivían en Madrid, bajo el manto del anonimato que proporciona una gran ciudad, y a los que el primer obispo de Madrid se había propuesto meter en cintura. En diferentes ocasiones antes de su crimen, el cura Galeote había enviado varias cartas al diario El Progreso, órgano del republicanismo avanzado de la época, en la que vertía numerosas quejas y amenazas hacia el obispo, en un tono grosero y soberbio (cartas que fueron convenientemente publicadas después del crimen). El cura Galeote asesinó al prelado por las humillaciones que en su cabeza había sufrido de éste y otros sacerdotes, como el padre Vizcaíno que le había retirado la misa de la capilla del Cristo de la Salud, lo que le privaba del sustento.

Galdós investiga las posibles causas del crimen, ahondando para ello en la vida y la degenerada personalidad del cura Galeote, al que visita y entrevista en la cárcel. También tiene Galdós la oportunidad de ser recibido por el ama de llaves de aquél, doña Tránsito, mujer discreta, afable, trabajadora y de buen concepto entre el vecindario, con quien convivía aquél en una humildísima casa de la calle Mayor. El cura Galeote fue condenado a muerte, si bien la pena sería conmutada por tratarse del primer reo de muerte de la por entonces nueva cárcel Modelo de Madrid, y pasó el resto de su vida en un manicomio.

LO MEJOR: Se lee con placer e interés, Conan Doyle en versión Chamberí. Una auténtica “joya rescatada” que podría haber pasado desapercibida dentro de la ingente y magna obra del autor. El interés de Galdós por estos temas supone toda una rareza afortunada.

LO PEOR: No un defecto sino un pesar. La brevedad del relato deja con ganas de mucho más, sobre éste y otros crímenes, como el que anuncia Galdós en una de las cartas, el crimen de la dama decapitada y sin manos, del que no volvemos a saber. Pesar que se compensa al saber que estas crónicas permitieron a Galdós inaugurar el género detectivesco en las novelas La incógnita y Realidad, y sin duda que será objeto de comentario en este blog.

ENLACES DE INTERÉS:

  • Película “El crimen de la calle Fuencarral” (España, 1983), de la serie La Huella del Crimen de TVE. Director: Angelino Fons. Actores: Carmen Maura, Pilar Bardem, Luis Escobar.
  • El crimen de la calle Fuencarral : extracto y juicio del proceso con la carta del exdirector de la Cárcel Modelo, D. José Millán Astray, en que pide copia de lo publicado en El País por El Verdadero Estudiante. Primera entrega / por El Verdadero estudiante (Madrid, 1888). Autor: José Millán Astray.
  • El crimen de la calle Fuencarral, por Antonio Lara. Ed. La Sombra de Caín (Madrid, 1984).
  • El crimen de la calle Fuencarral, procesos de la Historia, artículo de Rogelio Pérez Bustamante para la revista Abogacía Española.