domingo, 21 de septiembre de 2008

Michel Chabon y El sindicato de policía yiddish

En el mes de agosto se publicó en el suplemento ABCD las letras y las artes, de ABC, una crítica sobre el último libro de Michel Chabon, El sindicato de policía yiddish. Con independencia del artículo (pedante como todo en su autor), es una buena idea para una próxima lectura.

CRÍTICA: Un detective (judío) en Alaska.- ABCD Las artes y las letras (09/08/2008).

viernes, 12 de septiembre de 2008

The Wire

Primera temporada
HBO, 2002
Calificación: 5/5

Acabo de terminar de ver la primera temporada de la serie de televisión The Wire y todavía estoy alucinando. Normalmente me gusta degustar las buenas series de televisión poco a poco, pero en esta ocasión ha sido imposible, he devorado los trece capítulos casi del tirón.

Quien quiera saber por qué el tráfico de drogas no puede llegar a erradicarse totalmente alguna vez en las grandes ciudades de los países ricos, tendrá todas las respuestas en la primera temporada de The Wire. El diagnóstico sería extrapolable punto por punto a muchas ciudades europeas y españolas.

La acción se desarrolla en la ciudad de Baltimore (Maryland, EEUU) en el mundo del pequeño trapicheo de droga de los barrios de casas bajas de protección oficial. La historia se introduce dentro del funcionamiento de la policía y de una banda de traficantes de droga. Vemos que ambas organizaciones se parecen mucho en su funcionamiento, jerarquías, normas no escritas; sus respectivos integrantes tienen aspiraciones de promocionar, incluso los traficantes tienen a menudo mayor sentido de la profesionalidad que los policías.

Aquellos personajes que pretenden compatibilizar su realidad y su dignidad sin verse arrastrados a la miseria moral, acaban siendo atropellados por la lógica de sus respectivas organizaciones. Los personajes están tan bien logrados que muchos reservan un rincón inesperado: el jefe déspota se apiada del subordinado díscolo en un momento crítico, el protagonista abnegado es también un adicto al trabajo y un padre descuidado, el juez que alienta las investigaciones se echa atrás cuando se acerca el momento de sus aspiraciones políticas, el policía brutal que sólo sabe dar palizas acaba integrado en el buen trabajo de investigación, y así muchos otros.

Las investigaciones más importantes se ven frustradas o lastradas por intereses de políticos, asustados por lo que pueda resultar de escuchas telefónicas que no controlan y que podrían implicarles en casos de corrupción; intereses de mandos policiales, centrados únicamente en cumplir su cupo anual de casos resueltos y en trasladar a la opinión pública un mensaje de falsa competencia; de los propios hábitos policiales, brutalidad, negligencia, precipitación, obsesión. A pesar de todo ello, las investigaciones se van abriendo paso hasta un final memorable.

Para un extraterrestre que aterrizara en la Tierra y no tuviera noticias previas del mundo que nos muestra The Wire, le sería difícil distinguir cuál de las dos organizaciones defiende la ley y el orden; cada una de ellas antepone sus propios intereses particulares y su razón de ser. Parece ser que las autoridades de Baltimore se han mostrado extremadamente hostiles al rodaje de la serie hasta el punto de obligar a filmar algunas partes fuera de la ciudad, y pretender la paralización de la serie bajo el argumento de que daba mala imagen a la ciudad; ¿será que se sentían demasiado cerca de la historia de The Wire...?

Si el desarrollo de la trama es fantástico, el desenlace es sencillamente magistral. En la mejor tradición de serie negra, el final nos convence de que aunque se gane una pequeña batalla, la guerra está perdida. Quien no haya visto esta primera temporada y vaya a hacerlo, que salte el párrafo siguiente, sería imperdonable privar a alguien del placer de descubrir por sí mismo cada detalle de esta historia.

En una secuencia final el detective McNulty, desconsolado fuera de la sala de juicio por el sacrificio personal que le ha costado a él y a sus compañeros llevar a juicio a esa banda de traficantes, se desinteresa del juicio del que ya sabe lo que va a resultar: cargos importantes pero con penas pactadas insuficientes, sobre todo para los jefes de la banda. En ese momento pasa por allí el juez que ha promovido y apoyado las escuchas, comprometiendo a McNulty ante sus jefes y compañeros hasta el punto de poner en peligro su trabajo, y le felicita de manera falsa y apresurada, sus nuevas aspiraciones políticas no le permiten mezclarse con él. Después sale del juicio uno de los jefes de la banda de narcotraficantes no ha podido ser acusado de ningún cargo y le dice un sincero ¡buen trabajo!; nadie mejor que él sabe el gran trabajo que han hecho ese sufrido grupo de policías. El propio McNulty llega a la conclusión cuando hieren a su compañera: no merece la pena.

LO MEJOR: Destacar algo de The Wire conllevaría dejar fuera otro tanto magnífico: un engranaje perfecto de trama elaborada, personajes conseguidos y guión oportuno.

LO PEOR: Tendré que ver esta temporada de The Wire una segunda o tercera vez para detectar algún defecto (pero también para disfrutar de nuevo cada pequeño detalle de esta magnífica serie).


martes, 9 de septiembre de 2008

Sopa de miso

Ryu Murakami
(In the miso soup)
Seix Barral, 2005
Calificación: 3/5

Estaba preparando un viaje a Japón este verano, así que empecé a empaparme de cultura japonesa, libros, películas, comida, sumo (bueno, sumo todavía no practico, pero nunca se sabe). Después de mucho buscar un libro de novela negra o detectives situada en Japón y escrita por un japonés (nada de autores anglosajones fascinados con Oriente), me decidí por Ryu Murakami (no confundir con Haruki Murakami, de Tokyo Blues y Kafka en la orilla) y su negrísima Sopa de miso.

La novela nos lleva al distrito de Kabuki-cho, un barrio de Tokio donde se concentran locales de sexo, entre los que hay muchos tipos diferentes, según los gustos e intensidades. Kenji es un joven de veinte años que trabaja de guía para extranjeros por estos locales de sexo. En los días previos a Nochevieja, Kenji es contratado por Frank, un americano de paso en viaje de negocios en Tokio, para le guíe durante tres noches. En la primera de esas noches, Kenji comienza a recelar del comportamiento de Frank, que incurre en repetidas contradicciones, lo que le llevará a sospechar si se trata del salvaje asesino que está descuartizando personas en la ciudad.

Como en muchas obras japonesas, ya sean libros o películas, el relato transcurre en un tono fluido y equilibrado hasta que se produce una explosión súbita de violencia, sin previa preparación. Por supuesto que no quiero destripar el final, aunque lo importante de la historia no es saber quién, ni el por qué, sino los distintos personajes que transitan por la historia, y los sórdidos ambientes que describe el libro.

Se podría hacer una lectura en clave sociológica-histórica del relato, según el cual, Kenji-Japón se habría lanzado tras una modernidad desenfrenada, olvidando sus orígenes y el lugar que históricamente le correspondería y viéndose obligado a seguir a su pesar el perverso camino de Frank-USA impone. Se podría hacer esta lectura, pero al que suscribe no se atrevería a llegar tan lejos.

Los personajes, ya sean principales o secundarios, nos transmiten una fuerte sensación de hastío y aburrimiento, que contrasta con dedicarse precisamente al sexo, y una desorientación sobre qué otra opción posible existe en sus vidas. Todo en la mejor tradición de novela negra, la música gusta pero la letra se queda en poca cosa. Cuando terminas una buena novela negra o de detectives, la conclusión suele ser, qué negro es el mundo y qué mezquinos somos los seres humanos; en este caso, la conclusión sería: no vayas a los barrios rojos que hay mucho loco suelto y pueden cortarte el cuello, o si te dedicas al sexo, disfrútalo.

Parece ser que Win Wenders estaba en tratos para hacer una película de este relato, lo cierto es que todo en él va muy bien con el estilo de este director. Ya veremos.

LO MEJOR: ¿Todo en el Japón actual es modelo de eficacia y bienestar? El relato muestra el lado sórdido de un Tokio ultramoderno donde ese modelo no alcanza. La curiosidad por el ambiente y los personajes propuestos justifican su lectura, aunque no sea un libro que quedará para el recuerdo. Los apuntes del autor con ocasión de personajes, lugares, comportamientos y situaciones contribuyen a transmitir esas sensaciones de hastío y desorientación.

LO PEOR: La trama del relato es muy simple, se agota rápidamente, el único interés que queda es ver de qué monstruosidades es nuevamente capaz el asesino. Probablemente el autor no haya querido desarrollar más la trama precisamente para acentuar esos personajes, los lugares y sus consiguientes conclusiones, pero dejar en ello todo el peso del relato es una apuesta demasiado arriesgada, teniendo en cuenta que los personajes están bien descritos y explicados, pero no evolucionan.

OTROS LIBROS DEL AUTOR:
Azul casi transparente
, Editorial Anagrama.

Artículos sobre Benjamin Black

El pasado mes de mayo el suplemento Babelia de EL PAIS publicaba una crítica sobre El otro nombre de Laura, el último libro de John Banville, autor irlandés que escribe bajo el seudómino de Benjamin Black cuando se trata de novela negra.

Además se han publicado, también en EL PAIS, dos entrevistas con este autor, una en mayo y otra recientemente en septiembre.

CRÍTICA: Benjamin Black es John Banville.- Babelia EL PAIS 03/05/2008
ENTREVISTA: Dublín negro.- Babelia El PAIS 03/05/2008
ENTREVISTA: A Banville le exaspera la rapidez de Black.- Babelia EL PAIS 03/09/2008