domingo, 20 de abril de 2008

El crimen de la calle Fuencarral. El crimen del cura Galeote.

Benito Pérez Galdós
Ediciones Lengua de Trapo, 2002.
Colección Rescatados Lengua de Trapo
Calificación: 4/5

En 1928 fue publicada de forma póstuma una colección de Obras Inéditas de Galdós, entre las que se recogían las crónicas del crimen de la calle Fuencarral y del crimen del cura Galeote, que el autor escribió a modo de cartas al director para el periódico La Nación, de Buenos Aires, y por las que era generosamente remunerado.

En la madrugada del día 2 de julio se ve salir humo de las ventanas del segundo piso del número 109 de la calle Fuencarral, donde se descubre el cadáver de una viuda rica, apuñalada y parcialmente quemada después de haber sido rociada de petróleo. En la misma vivienda aparecen narcotizados el perro de la víctima y la criada Higinia Balaguer, que se finge ignorante de lo sucedido en la casa.

Las pesquisas del crimen se encaminan inicialmente hacia el hijo de la víctima, José Varela, conocido como el Varelita o el pollo Varela, un joven de veintitrés años de mal vivir y peores compañías, que había tenido frecuentes disputas con su madre, llegando en alguna ocasión a la agresión física y a las amenazas de muerte, a cuenta de las frecuentes peticiones de dinero del hijo y las firmes negativas de la madre.

Pero Varela tiene una coartada perfecta. Está preso en la cárcel Modelo de Madrid, por el “robo de una capa”. Sin embargo, multitud de testigos dicen haberlo visto días antes en distintos puntos de Madrid, incluso uno de ellos persiste en declarar que lo vio en los toros con anterioridad a la fecha del crimen. Además, existe la sospecha generaliza de que los presos de la cárcel Modelo salen frecuentemente a la calle, en connivencia con su director, señor Millán Astray (padre del que sería posteriormente el fundador de la Legión).

Las miradas se vuelven hacia la Higinia, quien cambia constantemente su versión de los hechos. Primeramente alega desconocer lo sucedido, para declararse después única culpable de los hechos, o incriminar más adelante como cómplices a Dolores Ávila, al hijo de la víctima, al señor Millán Astray, y a otros sujetos del lumpen madrileño. Una parte de la prensa y de la opinión pública dudan que una mujer pudiera cometer por sí sola el crimen, y están convencidos de que hay pantalones. Las dudas se agravan cuando se descubre que la Higinia vivió maritalmente con un lisiado que ostentaba un puesto de bebidas frente a la cárcel Modelo que dirigía Millán Astray, y que posteriormente sirvió, aunque por breve tiempo, en casa de éste.

Galdós asistió a las sesiones de la vista pública, de donde tomó dibujos de los participantes del proceso, entre ellos de la Higinia. El crimen de la calle Fuencarral se convirtió en un suceso gran impacto nacional e internacional, y tuvo una importante repercusión política.

Fue el primer proceso en que se ejerció la acción popular en España y la última ejecución pública de pena de muerte que se realizó en Madrid, en la explanada que existía frente a la cárcel Modelo, en el emplazamiento donde se ubica actualmente el edificio del Ejército del Aire (a ella asistieron la condesa de Pardo Bazán y un joven Pío Baroja).

La sombra de duda sobre la honradez del director de la cárcel, señor Millán Astray provocó la caída del presidente del Tribunal Supremo, señor Montero de los Ríos, de quien era protegido. Fueron recusados los magistrados encargados de enjuiciar el caso, y el asunto llegó hasta el Senado donde se debatió una ley sobre responsabilidad judicial.

El asunto fue utilizado como arma política por sectores conservadores contra el Gobierno del Partido Liberal, bajo el pretexto que sus altas instancias protegían al verdadero culpable Varela para no hacer caer a su protegido Millán Astray por el escándalo de las salidas indebidas de presos de prisión. De hecho, la acusación popular iba a ser encargada a don Francisco Silvela, uno de los más brillantes letrados de la época, pero esta opción fue desestimada al tratarse de una personalidad demasiado cercana al líder del Partido Conservador, Cánovas del Castillo.

Fue también el primer proceso en España en el que se produjo un juicio paralelo por parte de la prensa y de la opinión pública. Sorprende comprobar la actualidad de los acertados comentarios de Galdós sobre la posición irresponsable de algunos periódicos sobre la autoría del crimen y el curso de las investigaciones. Estos mismos comentarios serían perfectamente trasladables a sucesos de hoy en día como el 11-M; alivia constatar que la insensatez no es un producto exclusivo de los tiempos presentes.

Pero me parece deplorable la campaña de algunos periódicos que han hecho una reconstrucción arbitraria del crimen y a ella se atienen, no admitiendo nada desfavorable a su tesis, y acogiendo con demasiado calor cuantos rumores y denuncias anónimas pueden dar aparente forma al criterio que se han impuesto.”

La prensa está dividida; parte de ella se adhiere a las diligencias practicadas por la justicia y reseña los trámites de la indagatoria sin comentarios; otra parte se revuelve airada contra la justicia histórica, censura todos sus actos, recusa todos los testimonios y no admite más prueba que la que el conviene. De la discusión entre los órganos de estas dos tendencias han salido las denominaciones de sensatos e insensatos, con que los periódicos de uno otro bando se designan.

El libro se completa con las crónicas del crimen del cura Galeote (qué nombre más apropiado para un criminal), cronológicamente anterior al de calle Fuencarral. El primer obispo de la recién creada diócesis de Madrid Alcalá, don Narciso Martínez Izquierdo, fue asesinado de varios tiros por el cura Galeote a la entrada de la antigua catedral de San Isidro el Domingo de Resurrección de 1886.

Desde el principio la autoría del crimen está clara, el cura Galeote era uno de los muchos curas sueltos que vivían en Madrid, bajo el manto del anonimato que proporciona una gran ciudad, y a los que el primer obispo de Madrid se había propuesto meter en cintura. En diferentes ocasiones antes de su crimen, el cura Galeote había enviado varias cartas al diario El Progreso, órgano del republicanismo avanzado de la época, en la que vertía numerosas quejas y amenazas hacia el obispo, en un tono grosero y soberbio (cartas que fueron convenientemente publicadas después del crimen). El cura Galeote asesinó al prelado por las humillaciones que en su cabeza había sufrido de éste y otros sacerdotes, como el padre Vizcaíno que le había retirado la misa de la capilla del Cristo de la Salud, lo que le privaba del sustento.

Galdós investiga las posibles causas del crimen, ahondando para ello en la vida y la degenerada personalidad del cura Galeote, al que visita y entrevista en la cárcel. También tiene Galdós la oportunidad de ser recibido por el ama de llaves de aquél, doña Tránsito, mujer discreta, afable, trabajadora y de buen concepto entre el vecindario, con quien convivía aquél en una humildísima casa de la calle Mayor. El cura Galeote fue condenado a muerte, si bien la pena sería conmutada por tratarse del primer reo de muerte de la por entonces nueva cárcel Modelo de Madrid, y pasó el resto de su vida en un manicomio.

LO MEJOR: Se lee con placer e interés, Conan Doyle en versión Chamberí. Una auténtica “joya rescatada” que podría haber pasado desapercibida dentro de la ingente y magna obra del autor. El interés de Galdós por estos temas supone toda una rareza afortunada.

LO PEOR: No un defecto sino un pesar. La brevedad del relato deja con ganas de mucho más, sobre éste y otros crímenes, como el que anuncia Galdós en una de las cartas, el crimen de la dama decapitada y sin manos, del que no volvemos a saber. Pesar que se compensa al saber que estas crónicas permitieron a Galdós inaugurar el género detectivesco en las novelas La incógnita y Realidad, y sin duda que será objeto de comentario en este blog.

ENLACES DE INTERÉS:

  • Película “El crimen de la calle Fuencarral” (España, 1983), de la serie La Huella del Crimen de TVE. Director: Angelino Fons. Actores: Carmen Maura, Pilar Bardem, Luis Escobar.
  • El crimen de la calle Fuencarral : extracto y juicio del proceso con la carta del exdirector de la Cárcel Modelo, D. José Millán Astray, en que pide copia de lo publicado en El País por El Verdadero Estudiante. Primera entrega / por El Verdadero estudiante (Madrid, 1888). Autor: José Millán Astray.
  • El crimen de la calle Fuencarral, por Antonio Lara. Ed. La Sombra de Caín (Madrid, 1984).
  • El crimen de la calle Fuencarral, procesos de la Historia, artículo de Rogelio Pérez Bustamante para la revista Abogacía Española.