viernes, 12 de diciembre de 2008

Aguas turbulentas


Ian Rankin

(The falls)

RBA Bolsillo, 2007

Calificación: 4/5


Edimburgo es una ciudad perfecta como escenario para una serie de novela criminal. Tiene un tamaño medio, se puede recorrer a pie su centro histórico y muchos de sus barrios, conserva una arquitectura de mansiones georgianas e iglesias neogóticas, callejones medievales, y está cargada de relatos de fantasmas y asesinatos históricos. Y es la ciudad del inspector John Rebus, de la policía de Lothian y Borders, todo un personaje creado a mediados de los noventa por el escritor escocés Ian Rankin.


Todas las peripecias de Rebus y de los demás personajes pueden seguirse fielmente con plano en la mano: los bares que frecuenta, sobre todo el Royal Oak y el Oxford Bar, la comisaría de Saint Leonard Street, el parque de los Meadows, su casa en Arden Street, puentes, restaurantes, calles, edificios, existen incluso visitas guiadas para los más aficionados. Si los lugares son en gran parte los ojos con que los vemos, Rankin ha conseguido trasladarnos la mirada sobre su ciudad, todo lector incondicional de Rebus tiene en ese Edimburgo un microcosmos acogedor, estimulante, entrañable, misterioso. Lo dice uno que ha pasado unos días en Edimburgo y ha percibido esas sensaciones. Lugares como Princess Street o North Bridge no serían lo mismo si no supiéramos que los ha cruzado Rebus de camino a la comisaría de Saint Leonard.


En Aguas turbulentas, el inspector Rebus se enfrenta la desaparición de Philippa Balbour, hija de un importante banquero local, con conexiones en las altas esferas que apremian la resolución del caso. La agente Siobhan Clark, compañera espiritual y laboral de Rebus, investiga el juego de rol en el que estuvo participando la desaparecida, mediante las claves que le proponía a través del correo electrónico un misterioso Programador. El caso se complica cuando aparece un pequeño ataúd hecho a escala con una muñeca en su interior, en las proximidades de la mansión campestre de la familia de la desaparecida.


Como en otras novelas de Rebus, Rankin introduce en Aguas turbulentas algunos relatos históricos de Edimburgo, en esta ocasión la historia de Burke y Hare, asesinos del siglo XIX que estrangulaban a sus víctimas para vender sus cadáveres a la facultad de medicina que los utilizaba en sus investigaciones del cuerpo humano, y la de los ataúdes en miniatura que aparecieron unos años después de la captura de los famosos asesinos en la cima de Arthur´s Seat, el volcán inactivo que preside la ciudad. La conexión entre estos históricos sucesos y el relato actual del inspector Rebus está bien hilada, y contribuye a aumentar la curiosidad por conocer el final.


Al igual que gran parte de los protagonistas de las series criminales actuales, el inspector Rebus es un antihéroe moderno cuya principal virtud consiste despreciar las conveniencias políticas internas del departamento de policía y centrarse en hacer bien su trabajo, con discreción y sin necesidad de reconocimiento público, un quehacer profesional que puede llevarle con frecuencia a la obsesión, una especie de necesidad vital. Es éste un denominador común de protagonistas como Montalbano, Jaritos o Wallander. En el caso de Rebus esta rebeldía va más allá, hasta el punto de llegar ser suspendido de empleo en muchos de sus casos. Y ello le ha impedido promocionar más allá de inspector, a pesar de contar con numerosos éxitos en su carrera, cercana ya a la jubilación.


Por lo demás, Rebus lleva una vida absolutamente gris, su mujer le abandonó, su hija se fue a vivir a Inglaterra y apenas tiene contacto con ella, y no tiene más vida social que la que comparte con viejos compañeros que van jubilándose o falleciendo y con la agente Siobhan Clark, una incipiente aprendiz de Rebus. El perfil políticamente incorrecto del inspector Rebus se completa con su afición a la bebida, que roza el alcoholismo.


Un buen indicativo de los tiempos que corren se encuentra en que los héroes modernos sean simplemente buenos y honrados profesionales, capaces de enfrentarse a todo por mantener sus principios de profesionalidad y honradez, asumiendo las consecuencias que ello pueda traerles (y que ineludiblemente les trae). Y la búsqueda compulsiva del criminal, una causa casi existencial por la que implicarse personalmente. Es curioso que quienes menos creen en los mecanismos de esta sociedad moderna sean los que con más empeño se dedican a protegerla, parecería que envían un mensaje a los criminales, yo tampoco creo en este mundo pero no me dedico a matar a nadie, me refugio en mi cinismo y los pequeños placeres de la vida, que en el caso de Rebus son el whisky, los bares y los discos de bandas o solistas británicos.


Ahora que se anuncia del final de la serie Rebus con la publicación de la última novela (hasta el momento) La música del adiós, es un buen momento para rescatar algunas novelas no leídas de este personaje, y degustarlas con la fruición del que apura los últimos tragos de un scotch con solera. Para quienes seguimos y estimamos sus andazas, no se concibe un Rebus jubilado, eso sería peor que matarlo.


LO MEJOR: La trama propuesta está hábilmente construida por varios pistas, algunas de ellos históricas, que componen un mecanismo que funciona con precisión y mantiene al lector pegado a sus líneas buscando desentrañar la historia, coronado con un gran cierre, algo especialmente difícil cuando se trata de un buen comienzo.


LO PEOR: Quizás su excesiva extensión (los casos de este protagonista no suelen bajar de quinientas páginas), si bien nos permite disfrutar un poco más del mundo Rebus, pero ralentiza en exceso el desarrollo de la historia. Pero ya digo, un mal menor.


ENLACES DE INTERÉS:


The Oxford Bar



1 comentario:

Anónimo dijo...

Rebus es uno de los antihéroes más fascinantes que he leído. Muchas veces nos "enamoramos" de personajes que van en contra de las normas, que viven solitarios alejados del mundo convencional, quizá como un modo de "vivir" de un modo que no podríamos. Es desorganizado, sin horarios, casi alcohólico, desobediente, diría que hasta borde... y sin embargo es un personaje entrañable y divertido que no pasa desapercibido.

De todos (Wallander, Jaritos...)es mi favorito. Y conocer Edimburgo, tomarse una copa en el Oxford, adquiere otros matices cuando se han leído sus novelas. Parece que uno vaya a ver entrar a las 8 de la tarde a Rebus por la puerta y uno se queda con la triste sensación de que no es real (con lo ameno que habría sido invitarle a un trago!!).

No soy objetiva hablando de estos libros. Me atraparon desde el primero que leí y es casi como si hablara de un colega.

Te debo una Dimitrakos, por pasarme el primer libro.