
REPORTAJE: El hombre que novela la corrupción.- Babelia EL PAIS 18/04/2008
La novela se mueve dentro de los cauces seguros del esquema más clásico de la novela policíaca. Una de sus virtudes es el desarrollo de dos historias en paralelo, uno por cada bando, de forma que no se pueda hablar de un solo protagonista (al menos en esta primera novela), sino de dos. Gracias a ello, la autora nos muestra las diferencias en la vida cotidiana de los integrantes cada bando durante la posguerra.
Esta imprecisión contrasta con dos lugares muy concretos donde se sitúan dos de los momentos principales del relato, y que a mi modo de ver resultan todo un acierto, la calle Amor de Dios, donde se comete el asesinato que abre la historia, y la calle Tres Peces, donde vive la familia Llorente. Quien haya paseado por estas calles sabrá que tienen que esconder forzosamente alguna historia.
Pensando en esas historias, me vino a la memoria la descripción de la vida en Madrid en los años previos a la Guerra Civil en Forja de un rebelde, de Arturo Barea. Es una lástima que la novela no ahonde en este aspecto, un mayor detalle de los lugares de Madrid que pueden ser rastreados hoy en día habría sido otro aliciente de la novela.
Muerte de un nacional no es una novela policíaca genial ni memorable, pero se lee con agrado y sobre todo, pasa sobradamente el corte: resultan creíbles los lugares, los personajes, los comportamientos, el marco histórico.
LO MEJOR: El marco geográfico e histórico, el Madrid de la posguerra, resulta un aliciente original, interesante y creíble. Aunque pueden intuirse las simpatías de la autora, no existe en la novela el maniqueísmo de buenos y malos en el que fácilmente suele incurrirse cuando se aborda el tema de la Guerra Civil y sus consecuencias. El relato nos muestra dos historias paralelas de un vencedor y un vencido que acaban cruzándose, una de sus mejores virtudes.
LO PEOR: Un desenlace apresurado y no bien resuelto; ni siquiera puede decirse que sea correcto, por fácil o manido, sencillamente es casi inexistente, se liquida en pocos párrafos. Una lástima que el relato sea verosímil en su planteamiento y desarrollo, y tenga un cierre tan descorazonador. El final en Nueva York contribuye a mejorar el regusto final.
ENLACES DE INTERÉS: